Sabemos que los ingredientes favorables para un crecimiento saludable dependen de la creación de un apego seguro, el respeto al ritmo de cada uno y a la experiencia de sentirnos comprendidos, sin que ello sea incompatible con establecer unos límites.
Cada persona nace con todo lo necesario para poder florecer; cada hijo o alumno es un ser especial y único, lleno de dones, que contiene “diamantes”. Cuando sus necesidades están cubiertas, le llega la información de que es alguien importante y merecedor de atención y de amor. También, las respuestas que recibe de sus padres o educadores en relación con las conductas y reacciones que tiene le servirán como mensajeros.
Los adultos, en general, condicionamos la aceptación o la desaprobación a las conductas que nos muestra, a los logros que obtiene o a los fracasos que experimenta. Nuestra labor radica en acompañarle en su proceso evolutivo para que mantenga, desarrolle y active todas las cualidades con las que ha sido dotado sin que le condicionen sus conductas, reacciones o actitudes distorsionadoras.
Es nuestro afán que cada niño o adolescente se valore, se quiera y se acepte tal y como es. El autoconcepto condiciona el proceso de aprendizaje, la seguridad y confianza, la toma de decisiones, la capacidad de relacionarnos, los recursos para hacer frente a las situaciones que se presenten en la vida y, en definitiva, la felicidad o el éxito en la vida. Aprender a descubrir la maravilla que hay en cada uno de ellos -incluso cuando sus conductas o actitudes no son agradables ni las esperadas- es una tarea que puede estar a nuestro alcance, ya que en los primeros años, un niño se descubrirá a través de los ojos de los adultos.
La autoestima no es algo que sobrevenga del cielo ni algo que se transmita a través de la genética. Las familias y los educadores, queramos o no, desde el momento en que estamos en interacción con ellos, estamos nutriendo su autoestima de manera más o menos favorable. Descubrir la valía de cada hijo o alumno es tan importante y necesario como resolver las dificultades que generan sus comportamientos. Es más, la valía de la persona es un ingrediente esencial para gestionar las situaciones de una manera eficaz.
Representan momentos críticos para la autoestima las respuestas que damos en situaciones conflictivas, ya que reciben mucha información de cómo les vemos y quiénes son ellos, como personas. Así, al decir: “siempre tengo que estar detrás de ti”, “nunca me haces caso”, “por tu culpa, mira cómo estamos todos”,“eres un pesado” … ¿Qué “diamantes” encontramos en él, cuando tiene una conducta desagradable? ¿Qué hay “de bello” en este niño o adolescente aun cuando haya hecho lo que nos parece indeseable?
Por ejemplo, un niño que pega porque le han quitado el juguete con el que disfrutaba: expresa su malestar, su valentía, sabe defenderse, se autoafirma, reclama lo que le pertenece, tiene las ideas claras y va a por ello… Si pudiéramos eliminar de nuestra mirada la acción o reacción que ha tenido, ¿no es maravilloso y bonito que quiera expresarse y que tenga recursos para defenderse (que nos gusten o no los medios que haya utilizado, es otra cosa), que quiera autoafirmarse, que sienta en su interior esa fuerza y valentía, esa seguridad…? ¿Verdad que queremos niños y jóvenes que sepan defenderse y protegerse?
Lo que busca es aceptable y las cualidades que tiene en su esencia queremos que los siga manteniendo, ya que nos preocupan igualmente aquellos que no se manifiestan y no se defienden. Ahora bien, la acción, la manera cómo busca lo que quiere, no nos parece la óptima y deseamos hacer algo con ello. Cuando vemos lo positivo que busca, queremos preservar eso que nos gusta de él y, a continuación, hacer lo necesario para contribuir y aportar junto con él, otras maneras de conseguir lo que quería.
Encontremos “los diamantes” que hay en cada uno de ellos, independientemente de las conductas o reacciones que tenga.
Nerea Mendizabal es psicopedagoga y formadora certificada de Comunicación NoViolenta. Ofrece formación y acompañamiento a familias y educadores. Es autora de diversos materiales como el juego “Zutani“, los libros “Crecer juntos” y “Lenguaje jirafa“, el cuento “La jirafa Kira y los diamantes del enfado” y la guía de CNV, con la intención de facilitar la integración de los conceptos y llevarlos a la práctica. Disponibles en su web (www.nereamendizabal.eus) y en simple.cat.